lunes, 26 de noviembre de 2007

La infancia ¿conectada?

Tener o no una computadora y conexión a internet pueden marcar una enorme diferencia entre los chicos. En esta nota, un panorama para ver qué se está haciendo, con el fin de evitar –en lo posible– que las brechas digitales marchen a la par de las sociales. Por Silvia Bacher


Tener o no una computadora y conexión a Internet pueden marcar una enorme diferencia entre los chicos. En esta nota, un panorama para ver qué se está haciendo con el fin de evitar, en lo posible, que las brechas digitales marchen a la par de las sociales.
Las nuevas generaciones tienen incorporada la noción de virtualidad. Nacieron con escenarios saturados de controles remotos, teclados y pantallas. Sin embargo, el contacto con las nuevas tecnologías no es igual para todos.
Algunos chicos tienen acceso a una computadora, otros tienen acceso a algo más importante: al estímulo del pensamiento para utilizar estas herramientas. Las brechas digitales se entrelazan con brechas sociales más profundas. Esta descripción de la realidad es dinámica y hay experiencias que así lo muestran, como este ciberespacio pensado para chicas y chicos que no tienen domicilio real, pero sí dirección electrónica y buscan a través de una PC construir un futuro menos doloroso. "Cuando vivía en la calle, si hacía frío o llovía, pasaba las noches en el cíber porque no tenía otro lugar donde alojarme. Estaba muchas horas frente a la comp. -recuerda Eduardo (17) con sonrisa nerviosa-. Participaba de juegos en red, chateaba, navegaba. Aprendí mirando para todos lados, observando a la gente, preguntando; copiaba a los otros chicos, me metía de un link en otro, navegaba, tenía once años."
Lucas (20) se suma a la entrevista. Considera que estas nuevas tecnologías de la comunicación (TIC) son parte de la vida, aunque no ofrecen las mismas oportunidades para todos. "La gente de la clase más alta –aclara– cree que los más pobres no entienden lo que es una computadora. Pero hoy estas cosas ya están dentro del sistema; el tema es que a los pibes hay que educarlos para que no solamente jueguen".
Eduardo, Cristian, Lucas son algunos de los cien jóvenes que dejaron atrás la situación de calle y hoy asisten a los talleres que se dictan en el Espacio Ciberencuentros, que inauguró recientemente el gobierno porteño en el barrio de Boedo. Lucas explica la importancia que tiene este lugar en sus vidas: "Todos tenemos nuestras historias atrás; lo que importa es lo que estamos haciendo hoy, en el presente y para el futuro, para poder levantarnos".
Las niñas y los niños en situación de calle que pasan muchas horas en los cibercafés gastan un poco menos que el 60% de lo que recaudan en el acceso a las nuevas tecnologías. Juegan, chatean, escuchan música, se comunican, afirman desde la Dirección de Niñez y Adolescencia del gobierno porteño. Muchos tienen dirección de correo electrónico a pesar de no tener una dirección fija. Lucas aporta su visión: "Muchos creen que los pibes de la calle son cavernícolas. Pero ellos saben lo que están haciendo, lo que pasa es que hay que orientarlos, educarlos para que se puedan manifestar en lo que es la tecnología".
Marisa Graham, ex directora de Niñez y Adolescencia del gobierno porteño contextualiza el problema: "La calle es atractiva, seductora, con mucha oferta cultural, gratuita, por ella circula dinero. La pregunta entonces es cómo desintegrar a una niña o un niño de la calle para integrarlo a otro lugar. El gran desafío es descubrir qué compite hoy con la calle y qué les interesa hoy a los chicos".
La respuesta está a la vista: las nuevas tecnologías de la comunicación.
Así surge Ciberencuentros, una iniciativa que cuenta con 15 computadoras, programas que facilitan actividades lúdicas, de aprendizaje y de formación laboral a niñas, niños y adolescentes que cuentan con la orientación de operadores sociales especializados. Incorpora un rincón de lectura, un espacio de nocturnidad y abrigo para casos de necesidad con dos dormitorios, uno para chicos y otro para chicas, baños y cocina. Los chicos llegan allí a través de la "invitación" de los operadores de calle. Víctor Pereira, historiador y sociólogo, director del centro, afirma que "el objetivo es revertir la situación de calle. Cíber es una palabra que le queda chica. Este lugar permite a los chicos salir de la calle, donde está todo mezclado: baño, cama, todo junto; allí las cosas están diferenciadas, hay que aprender ciertas reglas".
Chicos trabajando
Los operadores y talleristas se proponen ir más allá: afirman que los videojuegos les permiten, por ejemplo, conocer el grado de alfabetización de los chicos porque para pasar de nivel, la pantalla da consignas. Si el cibernauta no las sigue, fracasa, no pasa de un nivel a otro. Pereira afirma: "Siempre los estimulamos para que traten de leer y así seguir jugando; es decir que dejen de sentir frustración. Si no podemos solos, pedimos ayuda al programa Puentes Escolares del área de educación de la ciudad. Porque el cíber es un lugar en el que fundamentalmente se enseña y se aprende usando las nuevas tecnologías".
Una vez pasada la primera etapa, el desafío es que los jóvenes manejen softwares complejos de diseño gráfico o animación. Ignacio Porta dicta el taller de fotografía digital para jóvenes de entre 17 y 20 años que atravesaron situación de calle y hoy viven en hogares. "Buscamos el modo de que retomen su pasado, que puedan armar una producción donde plasmen su historia y vean que ahora están en otro lugar. Nosotros les damos una alfabetización digital. De la fotografía pasamos a la fotonovela y nos metemos con la literatura. Tratamos de acompañarlos para que el día de mañana tengan herramientas intelectuales para que sus trabajos no se limiten a lo físico, por más que se formen en oficios como torneros, carpinteros. Son muchos los chicos que usan las computadoras en los cíber comerciales para jugar, navegar, chatear. Yo creo que es bueno que a eso se le pueda sumar un contenido, cosa que no sucede por iniciativa propia. Pero si vos sacás una foto, se la bajás a una computadora, se la mostrás y les decís «te puedo cambiar esto de lugar», entonces el chico entra en el programa y quiere saber más y más y más. En el taller ya hay chicos trabajando en montaje, diseño de imagen y sonido, y otros que volvieron a la escuela y sostienen esta actividad", concluye.
Bruno, otro tallerista que llegó desde Portugal a través de un programa de la Unión Europea, advierte sobre algunos riesgos: la compu puede distraer mucho porque mientras trabajás pueden aparecer mensajes de chat o un video de YouTube. "Dentro de la brecha social hay una brecha digital -dice Gram-. Las TIC son un valor al que todos los chicos tienen que tener acceso, es su derecho y el Estado lo tiene que garantizar. Aquí están las máquinas, conectadas en red, hay Internet, hay juegos, pero, además, hacemos un laburo de derecho a la identidad vinculado al fotolog, el blog, la página. En breve aspiramos a que estos grupos de chicos que están saldando su historia puedan recibir subsidios del programa Por Nosotros para desarrollar pequeños emprendimientos".
Los jóvenes que asisten al cíber tienen proyectos, empiezan a imaginar futuros en los cuales construir sus sueños. A Cristian le gustaría dedicarse al diseño gráfico; Eduardo está seguro de que lo que aprende le va a servir para un trabajo "porque todo lo que se aprende, sirve", y Lucas, mientras sueña con ser musicoterapeuta, reconoce que, hasta que ese momento llegue, se prepara para enseñar a otros pibes. Y dice: "Si logro hacer docencia, puede ser un mensaje: mostrar a dónde puede llegar un pibe del hogar".
Es el mensaje que piden los jóvenes que se dé en esta nota, que las nuevas tecnologías pueden ser caminos para cerrar brechas y abrir horizontes.

http://www.oei.es/noticias/spip.php?article846


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